martes, 16 de marzo de 2021

Enero 9


1882. En este año paso por este territorio el profesor suizo Ernst Rothlisberger, quien se encargo de la cátedra de filosofía e historia de la Universidad Nacional en Bogotá, y de retorno a su país fue Director de la Oficina Internacional de la Propiedad Intelectual, he aquí su testimonio.

“El día 9 de enero, (1882) de mañana, comenzó el viaje por tierra para ascender hasta Bogotá. La liena directa entre Honda y la capital tiene 95 kilómetros de longitud, pero el camino a recorrer es de 135 kilómetros. Cabalgando necesitaríamos, pues, tres días. Mi compañero bogotano de viaje, el señor Paris, había pedido gentilmente para mi, mulas, sillas y aparejos. Después de envolver todas nuestras maletas en fuerte y grosero hule, a fin de protegerlas de los repentinos aguaceros del trópico, se puso el (pág. 37) equipaje sobre las bestias de carga. Ordinariamente se cuelga a cada flanco del animal una maleta, cuyo peso no debería rebasar los 70 kilos.

ROTHLISBERGER E. (1963) El Dorado). Bogotá. Colombia. Talleres Gráficos del Banco de la República. Págs. 35, 37, 38

Semillero Historia Puerto Bogotá: Viajeros de paso por Puerto Bogotá (semillerohistoriapuertobogota.blogspot.com)

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1882.  Miguel Cané, Ministro Plenipotenciario de la República Argentina en Venezuela y Colombia, venía acompañado de Rothlisberger, en sus impresiones escribe.

“De la orilla del río, donde el vapor se detuvo, se sube por una cuesta sumamente pendiente al punto llamado Bodegas, compuesto de dos o tres casas. No hay allí recursos de ningún género y bien triste momento pasa el desgraciado que no ha tomado sus precauciones de antemano. (pág. 95) Cuando descendimos a Bodegas y pedí noticias de mis elementos de transporte, se me contesto que probablemente estarían en los potreros del Río Seco, pues a orillas del río no había puntos donde hacerlas pastar. Despache inmediatamente un propio, que dos horas más tarde volvió diciéndome que no había mulas de ningún género para mi excelencia. La cuestión se ponía ardua, no porque me fuera imposible encontrarlas allí sino porque, como decía Moliére, hay mulas y mulas. Las que yo esperaba, pedidas a un amigo, que después supe fue engañado por un chalán que le aseguró haberlas remitido, debías ser bestias escogidas, de buen paso, liberales y seguras”. (pág. 96)
NÉ M. (1992). Bogotá. Colombia. Notas de viaje sobre Venezuela y Colombia. Biblioteca V Centenario Colcultura. Viajeros por Colombia.Talleres del Tercer Mundo Editores. Páginas, 95,96,97 y 99


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